Entrevista exclusiva con Mireya Sánchez, Magog en Ángel Caído


Cada día nos vamos acercando un poco más al estreno en cines de Ángel Caído. El camino ha sido largo y a través de él, muchos hemos puesto nuestro granito de arena para ver cómo éste Ángel comienza a emprender el vuelo.
 
Hace un par de años pensé en la posibilidad de platicar con los actores y compartir sus experiencias con los fans de la saga. Mi idea original, era ir creando expectativa en torno a la película mediante las entrevistas. Y a su vez, manejarlas como una especie de contador regresivo hacia la fecha del estreno. Sin embargo, razones ajenas a la producción y a Red Dragon Films retrasaron la proyección de la cinta hasta este 2011.
Es por eso que en ésta ocasión, a un mes del tan esperado lanzamiento, les presento una de las entrevistas que más he disfrutado. Así que sin más, los dejo ante la mismísima hija de Luzbel, Magog

¿Cuéntame un poco sobre ti, qué haces, a qué te dedicas, cómo iniciaste en la actuación, etc.?

Desde niña tuve el chip medio volteado, mi mamá no sabia hacia donde encausarlo y me dijo te voy a meter clases de danza, pero dijeron,  no por que está muy alta. Entonces a gimnasia. E igual, dieron no por que estoy muy grandota. Y yo como que bueno, entonces desde los siete me metí a estudiar teatro y desde ahí fui feliz. A partir de ese entonces siempre estuve estudiando teatro. Ya después  entré a la carrera de Artes Escénicas en Aguascalientes, por que yo vivía allá, y ya inicie a hacer teatro a nivel regional. ¿Qué más hago ahorita? Ser actriz, no me puedo dedicar a hacer otra cosa.

¿En que obras has trabajado?

Allá en Aguascalientes hice de todo, desde Moliere y Shakespeare y comedias de enredos. Después me di cuenta que la comedia me gusta. La farsa. Estos personajes que están en el límite entre lo real y lo irreal. Entonces todas estas obras de Shakespeare y de Bertol Bret que son muy intensas me cuestan muchísimo. Mi formación es teatral.

¿Y ese brinco al cine como te cayó?

Fue muy chistoso por que cuando Red Dragon Films hizo el casting allá en Aguascalientes. Yo fui a ese lugar pero por otra cosa. Iba a hacer un cortometraje de cuates y me dijeron ve a tal edificio a ver a tal chavo. Yo fui y me dice un amigo actor: “ándale vamos a hacer el casting de puro cotorreo”. Y yo de: “ay no como crees, es épica, no manches”. Yo estaba clavada en el teatro, aparte en un estilo muy radical o sea yo estaba en una postura muy de izquierda. Me meto al casting y me dan la sorpresa de que me quedo. En el aspecto teatral de donde vengo, o haces teatro o haces otra cosa, y si haces lo segundo es por que te vendiste. Es más o menos ese, el estilo.
Entonces entro al cine, inicio en la preproducción de Ángel Caído. Para mí era algo nuevo y al mismo tiempo me iba gustando por que el personaje era algo distinto a lo que había hecho; aparte la cámara contigo siguiéndote es muy diferente a tener a un espectador. Entonces, imagínate la sensación de estar en el green screen, pero pues ni modo, aunque mi formación fue teatral, me tuve que aguantar y todas mis técnicas actorales adaptarlas.
Hago Ángel Caído y me quedé enamorada del cine, ya no he hecho teatro. Por que es un microuniverso de lo que tienes que expresar en cinco segundos con tus gestos y nada más. Y en el teatro es todo el cuerpo. Entonces es bien diferente. Nada que ver, tú estas esperando que haya una replica, que tu compañero te este contestando como en el teatro, o que el público esté aplaudiendo, pero no. Solos tienes la frialdad de la cámara y que todo mundo te está observando. Eso me generaba mucho miedo, por que hasta cierto punto, aunque no lo creas, soy muy tímida. Aunque soy actriz de teatro, sí me genera timidez. Entonces las primeras escenas de Ángel Caído yo era muy tímida. Y luego, me ponen con Humberto Zurita en una escena; yo temblaba. Ahí me tienes tres días antes aprendiéndome mis diálogos, que eran tres líneas yo creo. Llega Humberto Zurita, no se sabía nada. Y me dice, aquí lo ensayamos. Yo estaba que temblaba, ya después se me paso, lo actuamos y ya era como de cuates.


Igual, eso sucede también en el medio editorial, cuando recién empiezas y te mandan por ejemplo a entrevistar a la estrella del momento, sientes que los nervios de invaden…

Exacto, piensas en qué le vas a decir, en que no la vayas a regar, o algo así. Por que Humberto Zurita tiene una personalidad muy imponente, al igual que Pepe Alonso. Yo los veía así, ir y venir en los sets y yo así de: “ay dios”. Cuando tu mundo siempre fue el teatro y estar en otro rollo y de repente saltas a trabajar con gente que viste en películas hace años. Por ejemplo a Pepe Alonso que lo vi en La Tarea y me encantó. La primera vez que lo vi le dije por favor dime, ¿si es cierto que La Tarea se hizo en un sólo corte?, ¿si es cierto que no te llevabas con María Rojo? Y el otro me dice: “ay por favor, somos compañeros”. Y dije, si es cierto, ya no soy fan, somos compañeros de trabajo. Entonces tuve que cambiar eso y saltar de la chica de Aguascalientes que esta actuando con gente que es conocida, a decir: “ahora soy su compañera”.

Es más padre cuando tienes la posibilidad de trabajar con alguien a quien tú admiras, y que puedes aprender de esa persona en un mismo proyecto.

Yo me sentaba al lado de él, le miraba todas sus anotaciones. El libreto lo tenía todo rayoneado. Cada frase, cada línea la justificaba. Y yo me quedaba así de no manches, estamos en la luna los que somos más jóvenes. Yo veía su libreto y también apuntaba (risas). Y Humberto Zurita, por otra parte,  es mucho más práctico. Él llegaba y se aprendía las líneas cinco minutos antes. Así me la pasé, fue como una escuela para mí. Por que de hecho todos éramos de escuelas tan diferentes. Por ejemplo, Laisha Wilkins y Sebastián Zurita son de televisión. Carlos Cacho, Fernando Cadeviel, —que es Bernardo —, y yo, de teatro. Entonces las pláticas eran chile mole y pozole. Yo pensaba, a ver si por las técnicas o por las escuelas no se hace todo un relajo, y no, cada quien respetó su técnica. 


Carlos Cacho me llegó a contar cómo se prepara para sus personajes. Me comentó que una vez se metió tanto en un personaje todo desquiciado que se le fue. Le dije: “¿no fue Luzbel verdad? y respondió: “no, fue otro personaje”…

Lo bueno fue que Luzbel no se le fue. Es que hay escuelas y la suya es tan intensa que te destrozan emocionalmente. Y contra eso yo la verdad, esa fue mi escuela también, pero no me dejo. Yo misma no me voy a dejar que me vaya y siga toda loca por el personaje.

Por ejemplo en el caso de Magog, que es toda dominante, sensual y demás. ¿Tú eres así en la vida real?

Fíjate que no, sí tiene muchas cosas mías por que claro, yo soy la actriz. Pero cuando concebí el personaje de Magog visualmente me di cuenta de que esa no soy yo. Empiezas a pensar que imagen te da. La ves como una serpiente, qué movimientos tiene y no, no soy yo. Para nada. Ni siquiera soy una persona dominante; soy negociadora. Entonces si cambia mucho la visión, cuando ella aparece en mi mente, la mirada cambia, la voz cambia, el ritmo cambia. Y puedo decirte que si ahorita pudiera hacer otras escenas podrían salirme muchísimo mejor, por que vas concibiendo mucho mejor al personaje. Ya para el Génesis yo creo que ya la tendré amaestrada (risas).


 ¿Te hubiera gustado encarnar a Perséfone?

No, a mi se me hace un personaje muy bonito. Pero no, no es lo mío. Cuando Arturo Anaya me pasó el guión y vi los personajes me gustó mucho Bernardo por el tono de comedia que siempre he manejado. Pero obvio, no me lo iban a dar (risas). Así que la siguiente opción fue Magog.
Perséfone, yo creo que Laisha Wilkins lo hizo muy bien, por que sí le supo encontrar la inocencia. Es un personaje muy virtuoso y creo no hubiera podido muy bien con ese personaje y más, por que yo venía saliendo de una obra de teatro, donde mi personaje era muy bueno y risueño. Entonces no quería repetir lo mismo. Cuando me dijeron Magog, luego luego me saltó la chispa. No tuve mucha oportunidad de hablar con Arturo sobre el personaje así que casi todo lo tuve que generar solita con algunos comentarios de él. Lo resumía como un felino en ocasiones y a veces como una serpiente. Con eso ya te das una idea de cómo se puede mover y como puedes llegar a las personas con esas imágenes.

¿Qué es lo que más te gusta de este personaje?

Híjole, un montón de cosas. Por que ya que lo vives te das cuenta que es una parte de ti muy profunda y oscura que no sabia que tenia. Entonces empiezas a conocer la soberbia, la ira y el ser controlador —que no soy — y piensas, sí lo tengo (risas). Esa parte me gusta.

Muchos no lo saben, pero este blog lo inicié a raíz de leer el libro. Aunque desde antes ya me gustaba el proyecto. Cuando leí la novela fue mucho mejor de lo que esperaba. Es una historia muy fantástica. Me gusta mucho ese cambio que da, entre la narrativa clásica del personaje sencillito que no conoce el mundo, que lo va descubriendo, y de repente lo cambia. Es una batalla entre los seres hay destrucción…

Sí, inclusive como inicia. Ya como empieza narrando. Y bueno yo que leí el guión y me sé la película pensé que el libro arrancaría con el orfanatorio, rescatan a Liut, y no. Empiezas y te quedas ¿Quién está hablando? ¿Quién es ésta persona? ¿Quién es ésta voz? Y ya hasta al final te das cuenta quién estaba hablando al principio. No se fue lineal y eso fue lo que me gustó, como fue cambiando las voces narrativas.


¿Cuál fue tu reacción al ver tu cara en el cómic?

Lo primero fue preguntar ¿Quién es ella? Y me dijeron eres tú, es Magog, y yo así de, ha de ser por el vestido rojo (risas). Cuando la vi toda voluptuosa, me encantó.  Y me dije, híjole cuando me conozcan los fans van a decir ella no es Magog, está muy flaquita (risas). La imagen de la portada fue muy impresionante y cuando me pidieron que hiciéramos una sesión de fotos como la portada del cómic. Les dije no, me va a faltar muchísimo para llenarlo. Me peinaron igual, el vestido igual y la pose era la misma. Y yo seguía, es que no va a salir. Ya cuando vi la foto dije, ok, sí se parece.

Por último, ¿Qué es lo que más te gusta de Ángel Caído?

Que se puede romper el paradigma de que se pueden hacer cosas en México y además, bien hechas. El saber que hay tantas casas de postproducción que pueden hacer cosas al nivel de los gringos. El saber que los actores pueden hacer personajes al nivel de otros lados. Que la producción salga tan perfecta como en película gringa. Eso es lo que mas me gusta. Que al mexicano se le empiece a quitar esa idea de que no se puede. Quitar ese malinchismo y decirles: “mira, te presento esta película hecha al nivel de los gringos, por producción mexicana con actores mexicanos, hecha por un director mexicano”.
Eso es lo que más me gusta. Ángel Caído puede cambiar el paradigma del mexicano sobre que no todo es secuestros, groserías y sexo. Y si empiezas por ahí, igual y otros directores pueden generar otras cosas. Sin necesidad de irse a otros países. Eso le admiro mucho a Arturo Anaya, que se haya puesto a hacer el guión y la película a sabiendas de que le iban a poner piedras en el camino, y que, a pesar de ello ha caminado. Eso es lo que más me gusta.